lunes, 2 de julio de 2007

De viaje sin mí

4:53 a.m. Me despierto sobresaltado sin recordar en que inquietos menesteres andaba inmerso mi cerebro. Eso sí, estoy muerto de frío. La cabeza parece querer estallarme y estoy sudando. Me tapo con la sábana y respiro hondo, contemplando las paredes blancas de mi habitación. El aire es denso. Entre el silencio sólo alcanzo a escuchar el lento latir de mi corazón. Pum pum… Pum pum. Empiezo a sentir miedo. Cada una de las partes de mi anatomía hormiguean y las manos me empiezan a sudar. Temo que el siguiente pueda ser el último. Entre tanto la angustia y la ansiedad parecen querer sacarme de un cuerpo que se les antoja muy pequeño para las dimensiones que están tomando los fantasmas de mis inseguridades. No quepo en mí. Quisiera gritar pero no me sale la voz. De repente, salgo por mi propia boca como una exhalación de aire, dejando atrás mi cárcel de carbono, órganos, y carne macilenta y mi conciencia se extiende por la habitación, como el humo de un cigarrillo recién espirado. Estoy dejando de ser yo, dejando de existir, o sobrevolando dicha existencia. Parece que trasciendo a un plano etéreo en el que no tiene tanto sentido existir o no, un nivel por encima de la dualidad existencia/no existencia. Sigo disperso y cada vez me expando más, está vez fuera de mi ventana, elevándome por encima del suelo, fundiéndome con la materia que alcanzo. Paredes, árboles, gente, astros, aire… Todo parece formar parte de mí o yo de ellos, casi puedo escucharles. Cada vez me cuesta más pensar con los mecanismos racionales propios del cerebro humano y mis pensamientos se ralentizan y empiezan a desaparecer. Uno de los últimos que tengo es una visión de mi cuerpo desde aquí arriba. Es minúsculo, insignificante y ahora inerte. Lo imagino cubierto de insectos. Para entonces mi extensión abarca ya casi todo el espacio infinito. No quiero volver Jamás. …Jamás …Jamás ….

Tras unas horas despierto otra vez. Esta vez algo más relajado y sin delirios sobre paradas cardiorrespiratorias ni desdoblamientos místicos y espirituales, y me sorprendo reprochándome a mí mismo lo que me cuesta mantener los pies en la tierra según que veces. Será mejor que me levante y me prepare un nesquick. Cargado.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE BONITO ES EL AMOR

escarcha dijo...

buen final, al fin y al cabo es el principio del tiempo restante.

y, no se si habrás leído el cuento de "El Horla" de Guy de Maupassant. Quizá sea él quien hace tus viajes.

Anónimo dijo...

Cuando escuchas qu tu organismo vuelve a funcionar es lo mejor.
De todas formas ibamos a morir a los 23, ya queda menos amigo.
Besos.

Anónimo dijo...

No entiendo la prisa.
Estamos de acuerdo en que cada vez TODO vale menos, pero aún se pueden exprimir buenos momentos.
Exprimamos buenos momentos, coño!

Anónimo dijo...

Sí, yo tb he tenido resaca este fin de semana, aunque no tan gorda... :P

Tomás dijo...

Hey Ro, no he leído nada de eso, pero si merece la pena pásalo.

Yhan, cuando Uve dice que nos vamos a morir a los 23, no es prisa, es una razonable estimación. Pero estoy contigo, exprimámolos.

Besitos a todos!

Anónimo dijo...

Para mi ingenioso comentario no tienes una referencia?

P.D: Me aburro en casa y entro a los blogs pá decir chorradas, sí, qué pasa? :D

Nergal dijo...

Muy bueno. Ya me has hablado con anterioridad sobre esos despertares de madrugada y me ha gustado mucho la historia que has hecho para ellos. Los utilizas como vía hacia una reflexión o sentimiento que yo también he experimentado.

Me alegra que hayas escrito un relato en tu blog :)

Anónimo dijo...

Ya está el profundo este :P

Anónimo dijo...

Mr. Deep

Anónimo dijo...

Jhonny? Jhonny Deep?

escarcha dijo...

sabría que el Horla te echaría una mano para pasar mejor la noche, ejej; malegro que te hayas identificao.
1 besico!!