jueves, 24 de febrero de 2011

No nos libraremos

Estaba en mi balcón echando un pitillo y ha pasado el coche de los muertos. Ese de señores vecinos de Alcantarilla, a todos les informamos que ha fallecido en nuestro pueblo blablablabla… Me he parado a pensar, que por la poca experiencia que tengo en asuntos referentes al óbito como acontecimiento social, siempre están más concurridos los velatorios cuando el que la diña es un zagal joven. Cuando la casca un señor mayor hay cuatro viejos, y en cambio cuando palma un veinteañero su funeral parece las fiestas de mayo. Debería ser al contrario ¿no? Un tío de setenta habrá conocido a muchas más personas en su vida, digo yo… O tal vez ha sido así pero todos sus colegas han ido ya a reunirse con el altísimo, y él era de los pocos supervivientes de su generación, y los ha visto caer a todos. No sé qué es peor…

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mis musarañas

Bueeeeeno. Pues ya ha pasado enero... en un bostezo. Y yo sin poner nada... Está un poco muerto esto, sí.

Resulta que este mes he cumplido años, y mi blog también pero... poco más. Estoy tan aburrido y tan ocioso, que entro en una suerte de bucle de desgana y apatía que no me deja poner nada. Pero bueno, en esos ratos entre que me levanto y me vuelvo a acostar, pues me dedico a pensar en las musarañas, y pa que no sus burráis os dejo el producto de uno de esos ratos.


Cada noche

Cada noche escucho el rumor de un futuro,
Un eco frágil, del sordo huracán definitivo
Que duerme súbitamente.

Tiemblo al sentir la nitidez
Del violento estallar de mis arterias
Con el último relámpago de luz
Que abrió puentes de cartílago y de carne
Y hendiduras en el barro primigenio
Con su anestesia geométrica y sus anillos de plata.

Cada noche, cien mil brazos mudos y encendidos
Danzan al compás del blanco repiqueteo
Que asciende vertical,
Impelido por frenéticos jadeos,
Y la luna riela en sus escamas
Al tensar y batir nuestras alas de perro.

El vapor de la fragua en mis pulmones
Ahuyenta la tristeza más fértil,

Y los tendones hablan.

Pero la noche muere…
Y me descubro entumecido y tiritando
Con un frío tan antiguo como el tiempo,
Desayunando esa juventud estridente
Del aurora en la retina
Que nos clava su hoja invisible
Hasta destruirnos a todos por dentro
Y darle la razón al futuro.


Ale, hasta otro rato.
Besitos!!