Sigo en pie.

Decía Mario Benedetti en un alegre poemilla, que seguir en pie quiere decir coraje, o no tener donde caerse muerto. Según. En mi caso me inclino más por la segunda.

Y es que se hace necesaria una profunda catarsis dentro de mí, que me limpie la mente, que derribe los muros que ciertas emociones levantan ante mis subversivos deseos de renovación social e individual.

Para ello no basta con la música o con escribir, mi medio en otras circunstancias, pues tan fuerte es lo que me turba y tan acuciante mi necesidad de expulsarlo, que actividades tan nimias apenas resultan un escaso bálsamo.

Cada célula de mi cuerpo clama por una revolución, que no soy capaz de efectuar porque hay algo que me anula la voluntad. Mis deseos de levantar la cabeza arrogante y poderoso, de reprogramar mi cerebro, y acercarme al superhombre en el sentido nietzscheano de la palabra, se ven frustrados por unas cadenas que aún no sé como romper. No veo a mi enemigo.

Sí tengo clara una dirección, no por que tenga plena convicción de que es la solución, el camino correcto a seguir, sino por que no la tengo de su no-efectividad. Debo probarla. Implica sacrificios, que cada vez tengo más claro que estoy dispuesto a realizar, y no me resultará fácil. Y quizás a muchos de vosotros tampoco.

No sé cuándo ni cómo, pero resurgiré cual fénix, y más fuerte que antes. Podéis apostar.

Un besito!