Es un hecho más que constatable que lo que más nos gusta en este país es joder a los demás. Imaginemos por un momento que recibimos la visita del presidente de… no sé, Portugal, por ejemplo. Imaginemos también que ese señor tuviera millones de “fans” en todo el mundo, y concretamente en España unos 15 millones.
Sigamos imaginando: ese señor decide un buen día ir a echar una visita a sus seguidores españoles a contarles sus cosas, y a decirles lo que a su juicio deberían hacer y cómo debería ser el mundo. El estado prevé millones de asistentes a dicha cita, pero no dedica ni un duro a organizarla. No tiene por qué involucrarse en ello, es una organización independiente. Estupendo.
No obstante no hace falta mucha imaginación para darse cuenta del pifostio que se montaría, ante la tacaña e indolente pasividad del estado, que pese a justificable, resulta algo irresponsable.
Ahora rebobinemos un poco. Imaginemos que sí se involucra en el asunto. Que piensa que un tercio de sus habitantes, que pagan sus impuestos como los demás, sentirían orgullo por dicha visita; y que darles un gusto a unos habitantes con dinero público, a la par que espolear empresas de transportes, comercio y hostelería de la zona no puede ser tan malo. A fin de cuentas esto es una democracia y (por desgracia a mi juicio) mandan las mayorías.
El resultado de esto último, por lo visto, es que habrán 20.000 individuos que, como a ellos no les gusta una mierda el presidente de Portugal (o gurú espiritual de lo que sea) no quieren que se gaste un duro de sus ridículos impuestos en traer a ese señor tan influyente a nivel mundial. Del mismo modo que también podrían decir: como yo no viajo en avión no quiero que se gaste un duro de dinero público en construir aeropuertos.
Así que se dedicarán a manifestarse cínicamente por las calles para que a los demás no les den ese gusto.
Que a ver, que yo soy el primero que no traería a ese señor, pero entiendo que a la gente le mole, y que por ello, los políticos a los que han votado se lo traigan. Qué le vamos a hacer, el mundo en que vivimos es asín. Hasta que la sociedad no cambie su manera de pensar ese señor mayor seguirá teniendo cierta autoridad e influencia. De modo que el problema no radica en lo que decida el estado, sino en la propia gente, que es la que pone a esos señores ahí. Y que es Imbécil de remate.
Es decir, hay gente que piensa que hace dos mil años existió un judío que tenía superpoderes y que si le obedeces, cuando mueras irás a un sitio que te corres de gusto. O no te corres, porque es pecado, pero lo flipas igual. En síntesis es básicamente eso, y como disparate no tiene nada que envidiar a aquella frase de Homer en un episodio: “…se trata de un robot asesino que es profesor de autoescuela y viaja a través del tiempo”. Pero es que la gente se lo traga.
Por suerte parece que conforme avanzan los tiempos somos más los ateos en esta sociedad. Estupendo también. Pero no a todos nos molesta que los católicos tengan su día de gozarlo, que también pagan sus impuestos, como digo arriba. E imagino que más de lo que cuesta traer a su Líder un puto día. Por tanto invito a no participar en esa estupidez circense, pero dejando hacer al que así lo desea. No es difícil.
En fin, termino con una reflexión que esclafé por Facebook: No hay que cambiar ciertas cosas para que la sociedad madure, sino madurar para que desaparezcan.
Besitos!!