Zurdos y zurdas

¡Españoles todos! Acabo de caer en la cuenta de una repugnante discriminación que se produce a diario en nuestras calles por el uso inconsciente de nuestro leguaje. Me estoy refiriendo a la flagrante discriminación lingüística para con las personas zurdas.

Decimos que una persona es diestra usando cualquier objeto, cuando lo emplea de manera eficaz o particularmente habilidosa, siendo la alusión al empleo de la mano derecha sinónimo de talento y habilidad. Asimismo asociamos el adjetivo zurdo con la torpeza, y no podemos olvidar que el adjetivo siniestro, con connotaciones claramente negativas, deriva del latín sinister, que significa izquierda.

En esta España plural en la que vivimos, los tolerantes y las tolerantas, no podemos tolerar semejante injusticia para con nuestros convecinos zurdos, que a diario tienen que padecer las vilezas del español, un lenguaje que seguro fue creado por unos infames individuos, cuyas retrógradas y reaccionarias mentes se veían incapaces de tomar en consideración la diversidad de una sociedad tan plural y variopinta como era esta. Pero eso ya pasó. Ahora en este país, las demócratas y los demócratos tenemos en cuenta la diversidad y la pluralidad, porque vivimos en un estado de derecho, bien democrático, como nos gusta, en el que cabemos todos y todas. Y no podemos excluir a los zurdos.

Lo que más me cuesta entender es como no ha salido ya a la palestra nuestra audaz ministra Bibiana Aído, erigida adalid contra causas de índole discriminatoria en cualquier ámbito, para conseguir que caiga todo el peso de la ley y del estado de derecho a los que perpetren agresiones lingüísticas de tamaña magnitud.

Sin duda no se habrá coscado aún de este suceso, debido al ímprobo esfuerzo que realiza a diario en un ministerio tan útil y necesario como el suyo. No podemos olvidar que gracias a ella millones de mujeres que eran discriminadas a diario por nuestra lengua, con el inmenso dolor que ello provocaba, ahora se sienten integradas en nuestro estado de derecho plural y democrático. Todo gracias al continuado uso de incorrecciones lingüísticas y ridículos eufemismos que, no nos quepa duda, nos hacen vivir en un mundo más justo y feliz.

Espero y deseo que cuando se haga eco del dramático hecho que aquí expongo, siga peleando en aras de la justicia y la tolerancia, no en vano es nuestra heroína. Nuestra ministra de igualdad.

Besitos!

PD: Que no os extrañe que esta chorrada pase de verdad en el mundo en que vivimos.