lunes, 18 de diciembre de 2006

Los Anti-Navidad

De nuevo, otro año más, vuelve la navidad y con ella los acérrimos enemigos de ésta. Esos tenaces profetas de la mala conciencia colectiva que se empeñan en joderte la fiesta afirmando lo insolidariamente consumista que eres por despilfarrar tanto euro, mientras los pobres negritos la diñan por momentos en el África central devorados por las lombrices que se les reproducen en el vientre.

El problema viene cuando les respondes que, consumir lo que es consumir, lo hacemos todo el año, y que si ellos se acuerdan de los pobres en estas fechas y de lo canallas que somos todos los demás es porque tienen su conciencia sucia y son ellos los que deberían dar un giro introspectivo a su enfoque y preguntarse por qué. Y que además, pretenden que tú también adquieras esa mala conciencia que te trasmiten y conviertas tus escasas vacaciones en un purgatorio mental. Eso les dices y... ¡Para qué queremos más! Eres un fascista, un desalmado sin sentimientos y un esclavo de la sociedad capitalista sin conciencia que no merece sino morirse de inanición como los tercermundistas… para que aprendas lo que es eso. Hombre por Diox.

Ellos se sienten mal de disfrutar de más lujos que otros, cuando no es culpa nuestra tener cosas que molen a nuestro alcance y emplearlas en nuestro provecho. Cuando nacimos ya estaba el mundo así e individualmente no podemos hacer nada para evitarlo (como mucho, apadrinar una chaval canijo de esos por un pavo diario, los que puedan), es más, ese tan denostado por los anti-navidad ‘consumismo navideño’ va mucho mejor intencionado que el llevado a cabo de manera rutinaria durante el resto de año (por ellos también). Compramos pensando en los demás, en pasar unos ratos con la gentuza que queremos y ser un poco menos hijodeputa de lo que somos habitualmente. Circunstancia que aprovechan los anti-navidad para poner hipócritas muecas de asco cuando les deseas felices fiestas o sermonear a la peña con rollos de injusticia social. Es, por lo visto, una nueva moda progre a la que los jóvenes neo-hippies se adhieren como ventosas a un cristal para llamar la atención, y que se extiende veloz cual tsunami.

Pues que quieren ustedes que les diga, pese a correr el riesgo de parecer egoísta o frívolo, a mí la navidad me mola: hace fresquito, suele haber abundancia económica y varios días de fiesta (y de fiestas)… lo cual no quita que no me preocupe la actual situación del planeta y sus múltiples desigualdades y desgracias, que requieren de nuestra solidaridad. Pero aquellos que pueden cambiar algo no lo hacen y no seré yo quien cargue con el peso de sus conciencias.

La navidad mola, que no os la jodan.

Un besito a todos y felices fiestas!